Miranda caminaba por el Palacio Celeste , su
hijo pequeño jugueteaba entre las flores del jardín junto a sus primos,
descendientes de Francisco.
Ya habían pasado quince años, todo esto no dejaba de ser
extraño para ella, a veces, despertaba aterrada durante las noches, huyendo de
demonios que ya no están, que no volverán nunca más.
Recordó como después de la batalla, apareció en el
Palacio Celeste y Eric la tomo entre sus brazos mientras le explicaba que todo
fue una prueba de valentía y honor, ella y su hermano la habían superado,
demostrando que eran dignos herederos del trono real, que la Luz había
prevalecido por sobre la Oscuridad en de sus corazones.
Ahora era Francisco quien mantenía el equilibrio del los
mundos, ella pudo ocupar el lugar de su hermano, pero renunció, dejo el poder
de lado, a cambio, recibió el amor eterno e incondicional de Eric.
No volvería a correr por su vida, ya no estaba escapando
de la muerte.
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