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sábado, 21 de enero de 2012

Capitulo 4: Deseos de sangre


-Miranda, ¿me oyes?.- Katherine estaba junto a mi. Un olor a rosas, manzana verde y canela la rodeaba. Podía oír todo, cada pequeño movimiento fue captado por mis agudos oídos. Mi olfato percibía una gran variedad de aromas, pero aún no veía nada, no me atrevía a abrir los ojos... Pero... ¿Qué rayos me pasa?, hasta hace unas horas estaba hecha cenizas. Me mantuve quieta, mientras trataba de encontrar algún indicio que indicara esto era cierto. En mi pecho, en el lugar donde debería estar un órgano latiendo, solo se sentía un hueco frío.
Un aroma exquisito llegó. Una mescla dulce y deleitante, pero un poco picante.
Auch. Mi garganta ardía.
-Tal vez... no debí hacerlo. Lo siento.- La chica dio un suspiro. Yo abrí los ojos, expectante.
-Hola Kate.- Mi voz sonaba fina.
-¡Miranda!, has sobrevivido.-
-¿Qué me pasó?.- Estaba un poco aturdida con mi voz y el ardor de mi garganta.
-Yo... Bueno...-
-Habla de una vez.- Exigí exasperada.
-Miranda, eres una vampira, ya no eres humana.-
-¿Qué?.- Es... imposible. ¡No!.
-Laurent te dejo moribunda, no podía permitir que murieras. No tuve otra opción que transformarte. Lo siento.- ¿Soy un vampiro?, monstruo de las sombras, chupasangres, sanguijuela... No es posible.
-Pero ahora... Moriré de todos modos.-
-No es así, eres fuerte.-
-No lo creo.- El dolor de mi garganta era insoportable, estaba completamente sedienta, pero de sangre. Entonces una sensación de fuerza me lleno. Ahora no moriría tan fácilmente, soy poderosa ahora, puedo... Ahora puedo luchar contra Laurent, al menos lo suficiente para distraerlo, solo eso, luego podría al menos permitir que Kate huyera.
Me aleje de Katherine por su seguridad, mi carácter es inseguro, puedo explotar de ira en cualquier momento y mi fuerza sobrehumana de neonata la podría destruir.
Sentí los pesados pasos de Shinoweth acercándose, sentí su olor a... Tierra, humo y muerte. Al entrar a nuestro encierro, esbozó una leve sonrisa y se acerco a mi.
-Al fin has muerto, Miranda, sabía que pronto dejarías de luchar contra lo inevitable.-
-Te equivocas.- Dije, mientras mis colmillos rozaban mis labios. Shinoweth estaba sorprendido.
-No es posible.- Balbuceo.
-Si lo es.- Replico Kate al otro lado de la celda.
-Mir...-Un ruido estrepitoso nos paralizo a todos. Duras rocas rompiéndose, crujidos y chillidos. ''Eric''.
Con un paso ligero y elegante, se acercaba el o la vampiro. se detuvo a centímetros de la puerta.
-¡Eric!.- Di un grito, que fue callado por Shinoweth, quien me sostuvo y me paralizó.
-¡No des ni un solo paso Williams, o esta chiquilla pagara las consecuencias!.- Eric apuño sus manos y profirió un gruñido amenazador, pero obedeció. Entonces su rostro se colerizó, era una viva imagen de la furia.
-¡Su corazón no late!, ¡la transformaste!.- Laurent se movió ágilmente, esquivando el golpe que había lanzado Eric.
-Pensé que no lo notarías.- Comentó sarcásticamente.-Miranda decidió su fin, pero no me culpes a mi, yo no la hubiera dejado viva, su sangre era apetitosa, no me hubiera controlado.-
-¿Entonces quién?.-Bufó.
-Mira a tu alrededor, no estamos solos.- Dirigió su vista a Kate.
-¡Katherine!.- Exclamó con dolor.
-Lo siento.- Cuando esta trato de pararse, Laurent la paralizó, Kate estaba en el suelo, agitándose de manera terrorífica. De repente la presión invisible que me mantenía inmóvil desapareció, yo me solté de Laurent y Eric lo golpeo en pleno rostro. Kate dejo de moverse.
-Miranda, ¡sal de aquí!.- No acaté su orden, me moví rápidamente atrás de Laurent, quería vengarme por todo el dolor que me había provocado. Había visto lo horrible que era ser mordido por otro vampiro, sin pensarlo, clavé mis colmillos en Shinoweth, sentí la ponzoña ingresando a su cuerpo, él chillaba. Eric y Kate me miraban estupefactos.
-¿De verdad crees que tu inútil veneno funcionara conmigo, tal como yo lo hice con Katherine?.- Preguntó Laurent, agitado.
-¡¡Váyanse, ahora!!.- Increpo Eric.
-Nunca.- Dije entre dientes. Prometí vengar la muerte de Johan, ese era mi objetivo, lo que había mantenido a mi débil corazón latiendo, lo que ahora me hacía desear seguir, a pesar de ser un monstruo sediento. Deseaba ver la sangre de Laurent correr como la sangre que se derramo del cuerpo de Johan, aunque esto fuera imposible.
No sabía si mis poderes aún funcionaban, pero concentre todas mis fuerzas en un solo punto, la había hecho antes, sin siquiera saber como.
Laurent estuvo a punto de atacar a Eric, cuando su cuerpo dejo de moverse. ¡Increíble!.

miércoles, 11 de enero de 2012

Capitulo 3: Muriendo


Fuego. Hielo. Agujas. Fuego...Fuego... Me estaba quemando por dentro, solo sentía calor, era un infierno. Un dolor desconcertante. No sentía nada. Entre la realidad y el delirio no había diferencia, ahora todo era extraño. Recordé cada momento de mi vida, días felices, días tristes. Mi familia encabezaba mis memorias. Mamá, papá, Chelsea, Sebastián... Mis amigas y sus locuras. Alexia y su carácter, Melody y sus obsesiones momentáneas con cantantes, actores de cine y su amado ''Edward Cullen''... Johan, el chico común y corriente que se convirtió en lobo, mi mejor amigo, mi primer amor... Todo esos recuerdos cubiertos bajo una sombra oscura, espesa y firme, que no me deja verlos con claridad.
''Esto debe ser parte de la venganza de Laurent'', pensé, una tortura lenta y dolorosa que le daría la satisfacción de verme así, completamente calcinada, hecha cenizas...
El dolor aumentaba cada vez más. Cada parte de mi cuerpo era recorrida por llamas fogosas e insaciables, ya no quedaba nada que no hubiera sido consumido. Excepto mi corazón. Aunque realmente no sabía donde estaba, sabía que aún latía, pero estaba frío, congelado realmente. Hasta que tampoco lo sentí. Ya no podía sentirme. La desesperación me invadió, quería gritar, pro no sabía donde estaba mi boca, estaba perdida en mi propio cuerpo, nada estaba en el lugar correcto, o al menos esa era mi percepción.
Por una parte de mi corría fuego, por la otra hielo. Esto se volvía insoportable. ¿Por qué rayos no moría de una vez?. ¡Maldita sea!.Ahora la muerte me era esquiva, ni siquiera ella me tenía piedad.
Uno, dos, tres... Cincuenta y siete, cincuenta y ocho... Trescientos treinta y nueve, trescientos cuarenta... Cada segundo era un martirio, el hielo y el fuego seguían recorriendo cada mínima parte de mi cuerpo, si es que quedaba algo de él. En un principio luche para mantenerme viva, pero ahora era más facil dejarlo todo, solo soy una humana, con fuerza humana, ¿en verdad creí que sería capaz de resistir?, solo fue suerte, pero esto era demasiado. Mantener mi débil corazón latiendo había sido en vano, una simple perdida de tiempo, solo me mantenía sumida en la oscuridad y el sufrimiento... Mil doscientos noventa y siete, mil doscientos noventa y ocho, mil doscientos noventa y nueve...
La agonía seguía. ''Solo quiero morir, solo quiero morir, solo quiero morir''. ¿Cómo podría pedir mi muerte si ni siquiera sabía en donde estaba mi boca?. Nada se comparaba con la desesperación y el dolor que sentía.
Mil quinientos treinta y tres, mil quinientos treinta y cuatro, mil quinientos treinta y cinco...
Esto era eterno, ya no recordaba como fue que llegué a esto, solo tenía conciencia del dolor que estaba experimentando. Como es posible que aún no muera, soy una simple mortal, nada en mi era indestructible, solo un cuerpo humano que con un pequeño golpe moriría.
Mil novecientos setenta y uno, mil novecientos setenta y dos...
diecinueve mil cuatrocientos ochenta y siete, diecinueve mil cuatrocientos ochenta y ocho...
Todo estaba acabando, ya no sentía nada, pero... ¡Mierda!, ¿Cuándo moriría?. Mi corazón revivió, latiendo tan rápido como el aleteo de un colibrí, estaba a punto de salirse de mi, estaba enloquecido, cada latido dolía más que cualquier cosa que hubiera sentido antes. El fuego y el hielo que recorrían mi cuerpo se juntaron ahí, en medio de mi pecho, destruyéndose entre ellos, en una batalla definiendo quien terminaría de liquidarme. El fuego se comenzó a extinguir, al igual que mi vida. El hielo se apodero de mi corazón, congelándolo lentamente. Tres frágiles latidos salieron de él...
Al fin terminó todo...

Capitulo 2: Agonía


Los días infernales no terminaban nunca. Estoy agonizando, aunque mi lucha contra la muerte sigue firme. Cada segundo que pasa, es como un siglo sobre mi. Ya ni siquiera puedo hablar, sé que vivo porque mi corazón sigue latiendo. Poder respirar es un gran reto...
Y Katherine no esta mejor que yo. No ha probado ni una sola gota de sangre, trata de mantenerse alejada de mi, con tal de no dañarme cuando su autocontrol se desvanezca y ya no quede más que la fuerza salvaje que habita en su interior.
-Buenas tardes, señoritas.- Maldito Laurent. Todos los días venía a Dersiat, solo para verificar que habíamos muerto, aún no perdía la esperanza de que Kate y yo nos rindiéramos. Ninguna decía nada, no teníamos fuerzas.
-Veo que se mantienen vivas.- Se acercó a mi pecho.
-Miranda, tu corazón late débilmente, ¿por qué no te rindes de una vez?, te comportas como una chiquilla caprichosa, ¿por qué vivir en una agonía eterna?.- Sabía que la voz no me salía, pero esta vez, respondería.
-Viviré en agonía por siempre si es necesario. Nunca me rendiré.- Balbuceé con enorme dificultad.
-Eres obstinada.- Sus colmillos rozaban mi cuello, estaba aterrada, si moriría, no esperaba que fuera de esa forma, devorada por Laurent.
-Serías una buena vampiresa en mi guardia.- Su frio aliento me erizaba la piel. Estaba sorprendida, ¿él quería que yo fuera parte de su guardia?, estaba completamente loco, si creía que yo aceptaría.
-Nunca, Shinoweth.-
-Como quieras, princesa, es la única salida que tienes.- Se alejó de mi y se dirigió hacía el otro extremo de la celda, junto a Kate. Su mano se ubico en el pecho de ella.
-Aquí debería haber un corazón, pero solo hay una roca de hielo, ya estas muerta Katherine, solo ríndete.- La respiración de Kate se agito, abrí sus ojos rojos incandescentes y miro con odio a Laurent.
-Eres despreciable.- Susurro.
-Lo sé querida.- Puso sus colmillos rozando el cuello de Kate, igual que a mi. Laurent aspiro so aroma.
-Tu sangre es sabrosa, mucho más que cualquier dulce y exótica bebida. Tu sangre es... adictiva.- Besó el cuello de Katherine, saboreándola. -Que lastima que ya no quede nada de ella en ti... Aunque tal vez...- Clavó sus colmillos en mi amiga, ella dio un grito ahogado. ¡Maldita sanguijuela!, no permitiría que matara a Kate también. Sabía que no me quedaba mucha fuerza, pero aún así, logré hacerlo. Laurent soltó a Katherine, dando un agudo chillido de dolor.
¡¡-Maldita niña!!.- Gritó acercándose a mi, me tomó del cuello y me elevo en el aire.
-He sido demasiado compasivo contigo.- Sus ojos se tornaron negros. Yo me estaba asfixiando, ya no podía respirar, todas las fuerzas que me quedaban, las use tratando de salvar a Katherine. Me tiro al suelo, mis huesos se rompieron, sentí un horrible dolor interno que me estaba matando... Quizás fui una idiota, pero no me arrepiento. Estaba a punto de abalanzarse sobre mi, como un cazador a su presa. Lamentablemente yo era la presa.
-Detente.- Susurro Kate, sus palabras eran a penas audibles, pero lo suficiente para un vampiro.
-¿Por qué?, ¿por qué tu lo pides?.- Su soberbia apestaba.
-Haré lo que quieras, seré tuya, volveré a la guardia... Moriré, pero deja vivir a Miranda.- ¿Qué?, Katherine se estaba suicidando. Entregarse así como así por mi era algo estúpido... Y heroico. No lo permitiría.
-¿Qué demonios intentas?.- Pregunte.
Laurent levantó el mentón de Kate, para que esta lo mirara a los ojos.
-¿Hablas enserio?.-
-Si.- El maldito chupasangres la besó intensamente, pero pronto la soltó, haciendo que su cuerpo cayera.
-¿Qué tan imbécil crees que soy?, no debiste subestimarme.- La golpeó, dejándola inconsciente.
-Ahora es tu turno.- Me miro con sus perversos ojos. De un momento a otro me encontré revolcándome en el suelo, quemándome por dentro, no había parte de mi cuerpo que no doliera. Ya no podía respirar...Y todo paró.
-No podrás sobrevivir de esta. Morirás esta noche a más tardar.- Shinoweth se marchó, dejando oscuridad en su lugar.
-Miranda, por favor, despierta.- Titubeo Katherine. Por más que quisiera responder, no podía ni siquiera abrir los ojos. Este es mi fin.
-Por favor, despierta.- No puedo...No puedo...
Los latidos se iban haciendo más lentos, mi respiración se volvió pesada, pronto, todo este tiempo viviendo encerrada será en vano, moriré de todas formas, luché por nada...Hasta que...
-Miranda, lamento mucho lo que tendré que hacer.- Dijo Kate. ¡Maldición!.
¡Me mordió!