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sábado, 25 de agosto de 2012

Capitulo 26: Promesa rota



El peso que  ha estado sobre mi durante este largo tiempo ha desaparecido lentamente, aunque claramente estoy mal, supongo que el hecho de luchar y entregarme a Laurent me convirtió en un montón de cenizas. Bueno, quizás exagero, pero mi rostro reflejado en los ojos de Andrew parece el de un cadáver.
''Ya no puedes hacer nada para salvarla'' Dijo Eric anoche. Pude oír un doloroso sollozo de Destiny. ''No hay solución'' Eso solo significa que la inconsciencia que me mantuvo presa durante estas semanas solo fue un pequeño anticipo de lo que pronto sucederá. Moriré y nadie hará nada para evitarlo... Un rostro brilló en mi mente, mi pequeño hermano Francisco, él esta amarrado a mi, su vida y la mía penden del mismo hilo. ¡No! Yo no debo morir, no si Francisco lo hace también.
-No te preocupes por mi, guarda tus fuerzas para luchar por tu propia existencia.-
-Sigues pensando tonterías niño, mi existencia ya no tiene la menor importancia, es un detalle irrelevante.-
-Eres una idiota.-
-No me trates como si no te importara, sé que tienes miedo, no dejare que tu vida se extinga por mi causa, aunque eso signifique entregar mi alma a la Oscuridad.-
-Simplemente deja de ser la heroína de la historia, procura mantener latiendo tu corazón que yo me preocupare del mío.-
Los ácidos pensamientos de mi hermano hicieron un extraño efecto en mi, aún asi seguiré firme en mi elección.
Andrew y Eric entraron al cuarto. Ambos me observan en silencio, saben que los veo, pero estoy en un estado casi inerte, sé que Eric intenta leer mi mente inútilmente, he bloqueado todo contacto con él, deseo hacerle fácil la separación, no pretendo ser una heroína, solo quiero que nadie sufra. Doy por hecho que mi existencia esta a punto de finalizar, ¿Cuánta esperanza podría tener alguien que ha escapado de la muerte en varias ocasiones? Algún día tenía que pasar, no puedo huir por siempre.
-¿Es... lo única salida?- La inseguridad de Andrew es más que notoria, sea lo que sea que vaya a ocurrir, o puede ser bueno.
-Si, tu mismo me lo aconsejaste, no lo olvides.- Luego de hablar, se acerco al borde de mi cama y se sentó, apretando mi mano contra sus labios.
-Espero que no te arrepientas.- Musitó Andrew antes de salir de la habitación.
-Querida princesa, solo espero que entiendas mi decisión... Te amo...- Su boca rozo la mía despacio, una lagrima salada golpeó mi mejilla, los ojos de Eric estaban inundados. Quise responderle, decirle que no se preocupara por mi, que yo estaría bien en donde sea que fuese a llegar mi alma después de muerta, que pronto ya no estaría aquí sufriendo pero no podía abrir la boca, es como si la hubieran sellado firmemente con aguja e hilo. Entonces desbloquee mis pensamientos. Mientras estuviera junto a él nada me importaría, ni siquiera la muerte, no pido nada más que permanecer junto a Eric hasta el final, no alejarme de él hasta que mi alma haya partido...
-Miranda, no... Lo siento, no puede ser asi, debo guardar silencio.- Besó mi frente y salió sin decir nada más. ¿Qué? Solo dijo ''Lo siento'' ¿y qué rayos siente? él no es el culpable de esto, no desde mi punto de vista, no desde ningún ángulo, solo Eric podría seguir mortificándose.
Algo me hacía intuir que un plan había detrás del silencio de Eric, pero no quería indagar, ahora sería solo un problema sin solución, si no puedo hacer o decir nada, muy poco importara que lo sepa.
Pasaron largas horas antes de que volviera a escuchar otra voz que no fuera la mente de Francisco. Esta vez, logré hablar.
-Dime que planeas.-
-Hola Miranda.-
-Habla de una vez.- Dio un largo suspiro, su expresión me provocó tristeza.
-Te llevaremos a tu Reino.-
-¿Qué?-
-Es lo único que puedo hacer por ti.-
No, no puede ser cierto, yo no quiero ir allá ¡No quiero! La cabeza me comenzó a dar vueltas debido a la desesperación.
-Sé que no quieres ir, pero si de eso depende tu vida, prefiero alejarte de mi para siempre.-
Completamente enfurecida, mi vista se nubló. Cualquier cosa antes que ir a un mundo donde él no va a estar.
-Me olvidaras, te lo aseguro, como Alice ya lo hizo.-
-Me lo prometiste.-
-¿Ah?-
-Prometiste jamás dejarme ir.-
-Te estas muriendo.-
-¿¡Y qué!? Tu palabra no tiene valor entonces.-
-Tu no entiendes nada. Esto es más duro de lo que parece.-
-Te odio.- Volví a bloquear mi mente, cerré mis ojos con fuerza e ignoré cada frase dicha por Eric. Esta rompiendo su promesa, ese no es mi lugar, yo no soy una princesa, soy una vampira, prácticamente un ser oscuro.
-...Espero que logres entenderme... Al menos piensa en Francisco.- Apenas pude captar las últimas palabras que dijo antes de cerrar la puerta. Francisco. Lo único que me mantiene viva ahora es lo único que me obliga a aceptar ir al Reino de la Luz. A nuestro Reino.
Y simplemente no quiero. 

sábado, 18 de agosto de 2012

Capitulo 25: No hay otra opción



Tic tac, tic tac, el tiempo avanza sin parar, tic tac. Hace ya 2 días Andrew sigue perdido en sus pensamientos, tic tac, no hay solución.
Si no tengo nada que hacer aquí, entonces creo que lo mejor es irme e indagar en otro lado. Busqué el medallón de Anne y lo utilice para regresar a Dersiat. Aunque arriesgo toda mi existencia en este viaje, es lo único que puedo hacer, eso o acabar con mis propias manos con la vida de Francisco y Miranda para no hacerlos sufrir más. Es inútil creer que mejoraran sin ayuda del inframundo, diría que imposible. Ningún remedio de Andrew hará mucha diferencia cuando el poder utilizado para dejar así a los chicos fue completamente distinto.
Volví a pisar el maldito laberinto. Esta vez estaba derrumbado, hecho polvo, el paso de los ángeles de la Luz es evidente, varias plumas blancas y perfumadas aún permanecen suspendidas en el aire. Esto es lo que me temía, hace muy poco estuvieron por aquí, quizás algunas horas, si me encuentran, no volveré a París, me liquidaran antes de que pueda dar un suspiro, así funciona, yo rapté a su princesa, mate a sus ángeles, mande de vuelta a su princesa a la Tierra, me convertí en un vampiro, traté de matar a la heredera de la antigua princesa, volvía raptar a la futura heredera del trono, me enamoré de ella, maté a su ángel guardián... He hecho muchas cosas que me condenarán por el resto de mi existencia, la que no durara mucho si me llego a topar con algún celestial soldado.
Di un rodeo, caminando por el lado opuesto de donde venían las plumas. Reconocí el lugar a pesar del deterioro y la falta de árboles... Es el mismo bosque donde hace muchos años atrás deje ir a la abuela de Miranda, Alice... ¿Qué pensaría si viera a su bisnieta enamorada de mi? Sería extraño... Miranda podría ser mi bisnieta, yo pude ser el esposo de Alice, pudimos tener una vida normal en la Tierra, pero se me fue de las manos, tuve que haber huido con ella, yo no era más que un humano con poderes, ¿qué me detuvo? Las expectativas de una gloria que nunca llego.
Entré al castillo y recorrí cada recoveco. Vacio. ¡Ja! No debí esperar otra cosa, los ángeles de la Luz ya estuvieron aquí, destruyeron todo lo que pudiera pertenecer a la Oscuridad, partiendo por los libros y los antídotos. ¡Qué bien! Si supieran que la única posibilidad de vivir de su princesa estaba aquí. ¡Maldita sea!. Maldita sea todo. Grité con todas mis fuerzas, grité y golpee las paredes con mis puños ¿Qué más da si me encuentran? ¡¡Que me maten de una puta vez!! Que acaben conmigo para siempre, es lo que me merezco por dejar morir a Miranda, por haber extinguido todo lo que alguna vez amé.
-¡¡Vengan por mi ángeles de la Luz!! Soy su peor pesadilla. Vengan y quítenme el alma si es que aún tengo una. ¿Acaso no son tan valientes ahora?-
-Si no dejas de gritar, de verdad pensaré en matarte.- Una delicada voz habló desde mi espalda.
-¿Por qué no lo haces?-
-No esta en mis manos hacerlo.- Me giré y vi a una niña, no tenía más de 12 años, suave piel olivácea y cabello oscuro con bonitos ojos claros.
-¿Quién eres?- Miró atentamente mi cara y me preguntó de vuelta.
-¿Quién crees tu?-
-Si supiera ¿crees que lo preguntaría?-
-Soy alguien ''amarrada'' al castillo, tu me trajiste aquí, ¿no me recuerdas?- La observé detenidamente, una nube nubla mis recuerdos aunque estoy casi seguro de que la he visto.  Entonces reconocí la cicatriz de su mejilla, yo mismo se la hice.
Casi trescientos años atrás, una terrible matanza ocurrió, todos los seguidores de Laurent estaban empecinados en acabar con la princesa y al no saber que había logrado escapar de este mundo, decidieron exterminar a todas las jóvenes entre 10 y 18 años con rasgos que creían similares a los de Alice. De entre esa multitud de muchachas se hallaba ella, nunca supe su nombre pero ahora recuerdo bien su rostro, tenía las facciones más suaves, piel brillante e inocencia en el brillo de sus ojos ahora opacos. Shinoweth estaba completamente seguro de que esta niña era Alice, por lo que ordenó su captura y me envió a mi para el cometido. Creía que ese sería un buen escarmiento para mi, ver morir a mi querida Alice, sin saber que era la equivocada. Laurent tomó el control de mi mente y asi atrape a la niña, la traje aquí y el resto no es un grato momento. Su muerte fue macabra, cuando me di cuenta de lo sucedido, intenté de salvar a la chica, pero ya era demasiado tarde. Solo había una cosa que podía hacer por ella, liberar su cuerpo para que Laurent no la convirtiera en algún ser diabólico como solía hacer con sus enemigos. Lo logré, pero su alma quedo en el castillo, por lo visto nunca logro llegar al cielo.
-Deberías alegrarte, moriré en castigo por mis errores.-
-No me alegro Eric, sé por qué estas aquí, y sé que eres el único que puede ayudar a revivir a Miranda.-
-¿Cómo sabes todo eso?- Mi especialidad es leer mentes, pero jamás en espectros y no tenía conocimiento de que ellos si pudieran hacerlo.
-Porque he visto a la princesa y te he visto a ti, sé que Laurent le arrebató la mitad de su alma.-
-¿Qué? No es posible. ¿La mitad de su alma?-
-Si, a ella y a su hermano, es extraño que hayan logrado llegar tan lejos sin la mitad de su ser.-
Si es cierto, solo queda una cosa por hacer.
-¿Ya has llegado a la conclusión?-
-Llevarla a donde pertenecen.-
-Deben ir al Reino de la Luz, no hay otra opción.-

viernes, 10 de agosto de 2012

Capitulo 24: Deudas de honor



Sin pensar en las personas que pudieran verme, corrí con toda mi rapidez de vuelta a casa, Andrew me seguía intentando despistar a los humanos que observaron mi sobrenatural partida.
-Deberías controlarte.-  Pensó Andrew. Gruñí por lo bajo, no estaba con ánimos para escuchar más sermones.
En pocos minutos llegamos a la enorme mansión Salvatore.
-Se ve horrible, ¿acaso no pudiste cuidar un poco más mi casa?-
-¿Te importa ahora?- Traté de no discutir ni pensar en ello. Entré al salón principal donde se encontraban Andy y Jeremy, los perros guardianes de Destiny.
-¿Qué pasó?-
-Francisco y Miranda han despertado pero...-
-¡Habla Jeremy!- Exigí exasperado. Si al menos fuera capaz de meterme en la cabeza de aquel muchacho para ver lo que quiero.
Andy suspiro y tomo la palabra por su hermano. - Solo entra y velo por ti mismo. No te gustara.-
Caminé con el paso acelerado por los nervios. Al entrar, vi dos cuerpos en un horrible estado, ¿dónde estaban Miranda y Francisco?
-Han perdido sus poderes.- Dijo Andrew simplemente.
-¿Qué?-Exclamaron varias voces al unísono.
-Eso no es posible.-
-Si lo es y no es muy difícil de comprender. Mientras Miranda luchó con Laurent, este le arrebato sus poderes, por eso ella no podía defenderse de él.-
-¿Y Francisco?-Inquirió Destiny.
-Francisco hizo un esfuerzo extraordinario para mantenerla con vida por lo que cedió sus poderes... Si no hacemos algo pronto, ambos morirán.-
-¡¡Has algo maldita sea!! Esto es tu culpa Andrew, nada habría pasado de no ser por ti.- La oración brotó de mi boca repentinamente con la fuerza de un huracán, como quería golpear hasta matar a Andrew pero me era imposible, si alguien podía salvar a mi princesa era él, la maldita sanguijuela que la dejo en ese estado deplorable al borde de la muerte.
La habitación parecía más fría a medida que pasaba el tiempo, las mentes de Francisco y Miranda seguían compartiendo los mismos recuerdos, traté de rehuir sus pensamientos horribles aunque fue inútil, solo lograba desviar mi atención a Andrew o Kate por momentos breves.
-¿Crees qué el chupasangres los... pueda ayudar?- Preguntó Destiny con un hilo de voz.
-Si, he visto muchísimas veces a Salvatore curando cosas similares.-
-Pero nada de esta envergadura.- Masculló Jeremy frustrado mientras movía frenéticamente las manos.
-Tienes razón, nada tan grave como esto.-
-Si tu amigo logra salvar a mi hermano, estaremos en deuda por siempre.- Musitó la muchacha, tenía los ojos humedecidos y demacrados, hacía varias noches no dormía por más de tres o cuatro horas para luego pasarse todo el día merodeando como loba por los alrededores haciendo guardia o asistiendo a su hermano.
-¿Qué? No, de todas formas nosotros les debemos más a ustedes, sin Francisco, Miranda habría muerto hace ya mucho tiempo.- Una punzada de remordimiento me recorrió, pero ¿por qué? Son solo lobos, mis enemigos naturales, ellos deberían haber muerto, son unos inútiles, pero... El rostro de Destiny se ve tan débil que soy incapaz de decir nada, ella al igual que yo esta a punto de perder a alguien que ama. Salí de la casa y corrí al bosque para dejar de pensar e intentar olvidar a los malditos lobos.
-¿Por qué huyes Eric?-
-Quiero estar solo, ¿A caso esta prohibido?-Respondí con brusquedad.
-No, pero es extraño. ¿Tanto temes encariñarte con los licántropos?-
-Tu que sabes, Katherine.-
-Te conozco casi tanto como a mi, no me vengas con cuentos a estas alturas del camino, ¿o es que no quieres ver a Miranda?-
-¡¡Calla ya!! Déjame en paz de una vez, lárgate de aquí.-
-Hey, tranquilo, ni siquiera el vampiro más legendario sería capaz de aguantar tanto tiempo sin explotar, ¿sabes?- Odio cuando s comporta como una sabelotodo, es mucho más insoportable de lo que es comúnmente. Si sigue así considerare seriamente mandarla de vuelta a Rusia.
-Esta bien... no quería ver el rostro de Destiny, no quería sentir compasión por una manada de lobos, ¿feliz? ya te dije lo que me sucedía.-
-Ok, solo una cosa, no te guardes las cosas que sientes como un bobo, aquí tu eres el único que lee mentes.-
-Kate...-
-¿Si?-
-Gracias.-
-De nada.-
-Eres una muy buena amiga.-
-Ya lo sabía.-
-Eres una cretina.-
-No más que tu.-
Volvimos a la mansión de Andrew, sin novedades aún.
-Pronto sabremos si sobreviven.- Fue lo único que dijo el vampiro.
Mientras tanto, yo tendré que cargar con las deudas de honor que mantendré con los lobos de aquí a la eternidad, siempre unido a ellos por Miranda.
Esto no es bueno.