Ver
a Miranda recostada sobre su cama la hace parecer más frágil de lo que es. Aún
no puedo creer todo lo ocurrido en estos malditos días. Al
parecer la muerte no es el peor castigo para un ser como yo, el peor castigo es
ver como la mujer que amo se desvanece ante mis ojos impotentes, pero ¿qué más
puedo hacer? Aún vive y es gracias al chico lobo, no a mi.
-Eric,
debes cazar, yo cuidaré de ella.-
-No
quiero separarme de mi princesa, Kate.-
-Solo
será una hora, nada nuevo pasará, ya lleva así semanas.- Es cierto, desde que
regresamos de Dersiat, Miranda y Francisco siguen igual, nada ha cambiado, sus
rostros demacrados no tienen expresión, solo algunos suspiros vagos salen de
sus bocas... Pero no puedo, no me atrevo a dejarla ahí sola.
-El
peligro ya paso.- Me recuerda mi amiga.
-Eso
es lo que creemos. Laurent muerto no es significado de seguridad.-
-Pronto
no podrás controlar tu sed, con Francisco en la habitación continúa no puedes
correr ese riesgo.-
-Ok,
ganaste esta vez.-
-Hay
buenos venados en el bosque.-
-Cierra
la boca.-Me veía obligado a cazar en el bosque. Nada de humanos o la tregua con
la manada de los lobos se rompe. Si no fuera por ese muchacho, nunca hubiéramos
tenido paz.
¡Genial!
Una apetitosa mujer merodea el bosque. Quizás... ¡No Eric! Recuerda el
trato. Corrí entre los árboles hasta
alejarme de aquella afortunada muchacha.
Un
ciervo se acercó a la pradera. Mis instintos dominaron y clavé mis filosos
colmillos en la arteria principal del animal, succionando toda su sangre hasta
dejarlo seco.
Después
de dar caza a 3 ciervos, decidí darme una vuelta por París, solo para pasar el
rato, ¿cuánta diferencia hay si regreso? Miranda no parece mejorar... Y eso me
mata lentamente, en sentido figurado por supuesto, aunque cada día que pasa me
gustaría tener la capacidad de morir.
-Supuse que en
algún momento tendrías que salir de casa, Eric.- Sabía que ese
pensamiento iba dirigido a mi, tarde un segundo en descubrir el remitente.
Andrew.
-¿Qué
quieres Salvatore?- Mascullé tratando de mantener la calma, había muchos
humanos alrededor, no era conveniente exponernos en una pelea.
-Sabes
que no soy el culpable de esto. No más que tu.-
-¿A
qué demonios te refieres? Habla claro.-
-A
todo esto. Miranda y Francisco. Ellos no pertenecen a este mundo, hace mucho
tiempo debiste dejarla ir. Es su destino, entiéndelo, es una princesa no un ser
oscuro.- Sus palabras me golpeaban como bofetadas en la cara, no es la primera
vez que me dice lo mismo.
-El
destino no esta escrito.-
-Para
Miranda si y lo sabes tan bien como yo. Por favor entra en razón, hay ángeles
buscándola en este momento, el castillo de Shinoweth esta siendo recorrido por
cada rincón buscando algún rastro de ella, tarde o temprano llegaran aquí, al
mundo de los mortales, de estos simples seres.-
-Nunca.
No serían capaces de romper sus propias reglas, solo los ángeles guardianes
como lo era Cristina... tienen permiso de entrar a la tierra.-
-Créeme,
lo harán, pronto encontraran los cuerpos en Dersiat, verán que Miranda ya no
esta con su ángel y vendrán por ella y por el muchacho, después de todo, el
verdadero heredero es él.-
-¿Y
qué quieres que haga? ¿qué vaya y los deje en el palacio de la Luz? Jamás la
volveré a ver.-
-Tu
existencia, la de Kate e incluso la mía están en juego.-
Di
un largo suspiro. Por más que quisiera negarlo, no puedo mantener por siempre a
mi princesa oculta conmigo.
-Pero
ella se rehúsa...-
-Porque
te ama chico, Miranda te ama tanto o más que a su propia vida, incluso más que
a su pequeño hermano.-
-Yo...
También la amo, ¿lo oíste?- Alcé la voz más de lo que pretendía. -La amo y no
sé como rayos pretendes que la deje ir... ¿Acaso si fuera Anne tu permitirías
que se fuera así de fácil?- Anne, provoque una punzada de dolor en ambos. Hace
mucho tiempo no sabemos nada de ella, desapareció y Andrew todavía no se puede
perdonar el haberla dañado aún sin ser consciente. Tras un silencio que parecía
interminable, Salvatore tomo la palabra.
-Aún
en nuestro mundo, el amor eterno es cosa de cuentos de hadas, creí que ya
tenías eso claro.-
-Pertenecemos
a un cuento de hadas.-
-A
un muy lúgubre cuento donde no hay hadas y los finales felices son remplazados
por otros trágicos y ambiguos.-
-Espero
que esta vez el final sea distinto.- Comenté con amargura. No me apetecía
seguir escuchandolo pero no había mucho más que hacer.
Mi
móvil vibró en el bolsillo delantero de mi pantalón, era Destiny, la chica
loba.
-Eric
tienes que venir de inmediato.- A pesar de estar al otro lado de la línea,
podía percibir su voz quebradiza. Algo anda mal.
-¿Qué
ocurre?-
-Debes
ver esto.-